Reflexiones urgentes sobre la podredumbre de nuestro tiempo.

Por VOCES
Sí, se prostituye, se vende, se trafica con la democracia. Esta palabra se ha convertido en una simple etiqueta, a la que apelan líderes políticos, caudillos, periodistas y medios de comunicación. Su connotación se ha reducido tanto que, incluso, se asemeja al III Reich: un burdel donde vale todo.
El periodismo privilegia la pauta y el metarelato; los políticos, el cálculo; y la ciudadanía, la indiferencia. Muchos somos cómplices de una cultura que ha convertido a nuestra capacidad de veto en un recuerdo lejano, difuso y oscuro. Las decisiones se toman por debajo de la mesa y los afectados las acatan como si se tratase de una voluntad divina. ¿Tan fuerte nos golpeó la colonia? ¿Somos más que una urdimbre cultural que nos ata de manos y pies? ¿Sí podemos?
En este país hay una censura generalizada para debatir sobre la desigualdad socioeconómica, la libertad de expresión, la corrupción estructural, la escasa institucionalidad y la equidad de género. Hemos legitimado a un Estado depredador que se preocupa por inaugurar circos, logos animados, proscribir la política y fomentar la xenofobia. ¿Y las obras? ¿Y la institucionalidad? ¿Y el debate? ¿Y la fiscalización? ¿No que el gobierno era de todos? ¿Donde quedó el valor de la palabra?
Lo dijo Saramago, “la democracia va desnuda. Pero además el sistema democrático está enfermo”. Esta enfermedad se ha extendido a tal velocidad que ha superado la propagación del coronavirus. Hoy por hoy, el reduccionismo prevalece y la “clase política” infla sus bolsillos a costa del desempleo, la falta de oportunidades, el abuso de poder y la mentira.
Nos hablan de logros, revolución, celeridad, cirugía mayor a la corrupción y defensa de los derechos cuando desaparecen periodistas, explotan coches bomba, derrocan elecciones, prostituyen la soberanía, asesinan manifestantes e impulsan recetas económicas fraudulentas. Es urgente una radiografía que explique cómo los ecuatorianos entendemos la palabra democracia, cómo nos vemos frente al espejo. ¿Existe similitudes, datos comunes o somos hombres duplicados que no descifran su pasado, presente y futuro?
Esta es una crítica a la democracia, a la forma en la que nos edificamos, a la indiferencia con la que nos miramos y a la complicidad con la que nos enredamos. Por eso reivindicamos las Voces, aquellas obsecuentes, caricaturescas, desafiantes, obstinadas y disidentes que están condenadas a vivir en este terruño. En la democracia entran todos, incluso, los que no creen en ella. Ese es papel del periodismo, desde todos los ángulos, desde todos los puntos, desde todas las corrientes, y las que no quieran, que se jodan. Al fin y al cabo, nuestro compromiso es dar testimonio en tiempos difíciles, el resto es teatro.
Me encanta su lucha y me sumo a ella, cuenten con migo y firmes en la lucha. Vendrán días mejores.
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